¡Hola loloadict@s!
Por si no os disteis cuenta… ¡Nos encantan las historias de amor! y hoy os queremos contar una tan tan especial que hasta parece quitada de una película.
Pero antes de nada os hacemos una pregunta ¿quién no tiene un amigo virtual a día de hoy?
La historia de Ana y Miguel comienza hace 6 años y sin ellos saberlo tenían ya una conexión, un amigo en común (lo vamos a llamar Pablo) de Valencia.
Lo más curioso es que durante muchos años tenían en común muchísimas horas de chats y de juegos Online pero nunca habían hablado en persona entre ellos dos, a pesar incluso de trabajar en la misma ciudad.
Tras muchos juegos y conversaciones Pablo averiguó de donde eran y los animó a que quedaran para tomar un café y conocerse ya que sólo estaban a media hora de distancia el uno del otro y él intuía que se llevarían genial y ¡así fue!
La conexión entre ambos fue asombrosa e instantánea, ¡fue un flechazo en toda regla! estuvieron más de 5 horas seguidas hablando mientras tomaban un café y paseando por su pueblo. A él le enamoró su sonrisa y sinceridad y a ella su sentido del humor y el coraje de pedirle una segunda cita, ya que ella fue muy sincera y le contó que padece una enfermedad incurable y que tiene dos hijas de un matrimonio anterior.
Tras contarle todo esto Ana tuvo un presentimiento y pensó…”si después de contarle todo esto no salió corriendo y quiere una segunda cita conmigo es buena señal ¿no?”
Llegó la segunda cita y con la excusa de aprender la maniobra cardiopulmonar Miguel se atrevió a besar a Ana, ¡si al final es verdad que nos gusta jugar a los médicos! jajajajja y desde ese día empezó su historia juntos.
Ana nos cuenta que supo que era el hombre adecuado cuando su hija mayor, que le había prohibido volver a casarse, le dio permiso para casarse específicamente con él, en ese momento supo que Miguel se estaba portando como un padre para sus hijas.
Unos meses antes de la pandemia Miguel dio el paso de pedirle matrimonio y ella ni se lo pensó, por supuesto ¡aceptó! y empezaron a planear su boda soñada. Ana sabía quién quería que hiciese sus alianzas porque la había visto trabajar y sabía que sólo Loló Diseños podía hacer que sus alianzas fuesen únicas e irrepetibles.
Contactaron con nosotros, nos reunimos y pasamos horas hablando sobre ellos, cómo iba a ser su boda y como les gustaría que fueran sus alianzas. En seguida tuvimos muy claro cómo iban a ser sus alianzas y como sorprenderlos con la presentación de las alianzas. Días después le enviamos el presupuesto y aceptaron al momento.
Poco después y por desgracia llegó el Covid y tuvieron que suspender la boda. Ellos seguían con la ilusión de casarse, aunque no fuera tal y como habían planeado en un primer momento, por lo que decidieron celebrarla en la intimidad en el mes de noviembre.
Meses antes de la boda nos volvimos a reunir para volver a retomar sus alianzas y ultimar detalles, detalles tan especiales como el que nos pidió Ana que quería “plasmar los ojos de Miguel en mi alianza”.
A los pocos días les enviamos el diseño de las alianzas para que nos dieran el visto bueno y ¡así hicieron!
Nos pusimos manos a la obra en nuestro taller, ruido de seguetas, limas, lijas, martillos hasta tenerlas casi hechas. Concretamos una cita con ellos para hacer la prueba y verificar que estuviera todo como ellos querían.
Las alianzas fueron realizadas en oro blanco y en la de ella… ¡Quisimos hacer realidad el deseo de Ana reflejando los ojos de su futuro marido en un precioso topacio London blue!
Os tenemos que confesar que estábamos un poco triste por ellos, ya que, no podían tener su boda deseada con su packaging celta, los quisimos sorprender con una sencilla presentación para que les quedara un recuerdo nuestro ¡sshhh es un secreto!
Llegó el día de la entrega ¡estábamos súper nerviosos! Sólo os podemos decir que nos emocionamos al ver sus caras de felicidad.
¡Llegó el gran día!
El equipo de Loló Diseños os da las gracias por haber confiado en nosotros ciegamente y por ¡pertenecer a nuestro mundo de magia, amor y locura!
